En una noche que marcó un antes y un después en la vida de Martín Mestre, su hija Nancy Mestre fue asesinada brutalmente. Este trágico evento desencadenó una búsqueda implacable que duró 26 años, llevada a cabo por un padre decidido a encontrar al culpable y llevarlo ante la justicia.
El 31 de diciembre de 1994, Nancy Mestre salió a celebrar con su entonces pretendiente, Jaime Saade, pero nunca regresó. Su cuerpo fue encontrado con signos de violencia y abuso, y un disparo en la cabeza. El principal sospechoso, Saade, huyó a Brasil, comenzando así la larga búsqueda de Martín Mestre.
Martín, un arquitecto de Barranquilla, se transformó en un investigador incansable. Rechazando cualquier forma de venganza fuera de la ley, utilizó su entrenamiento en inteligencia como oficial de la Armada para rastrear al asesino.
Su determinación fue tal que incluso se infiltró en redes sociales y círculos cercanos a la familia Saade, lo que finalmente llevó a la captura del fugitivo.
Después de tres décadas, el esfuerzo de Martín Mestre dio sus frutos cuando Jaime Saade fue extraditado a Colombia para enfrentar su condena. El asesino de Nancy Mestre cumplirá una sentencia de 24 años en la cárcel de Barranquilla¹, un testimonio de la perseverancia de un padre que no descansó hasta ver que se hiciera justicia.
Este caso resalta la importancia de la persistencia y la fe en el sistema judicial. A pesar de los obstáculos y el tiempo transcurrido, Martín Mestre demostró que la lucha por la justicia nunca debe abandonarse. Su historia es un poderoso recordatorio de que, incluso frente a la adversidad más desgarradora, la esperanza y la determinación pueden prevalecer.