Durante la Revolución Mexicana (1910-1920), muchas familias adineradas, especialmente hacendados y miembros de la élite política, adaptaron sus casas para incluir escondites con el fin de protegerse de saqueos, secuestros o ejecuciones. Algunos de los escondites más comunes en las casas de los ricos eran:
1. Pasadizos y túneles subterráneos
Muchas casas señoriales y haciendas tenían túneles secretos que conectaban la casa principal con otros edificios, como iglesias, establos o incluso con otras propiedades.
Estos pasadizos permitían huir en caso de que las tropas revolucionarias llegaran a saquear la propiedad.
También servían para ocultar objetos de valor o a personas perseguidas.
2. Habitaciones ocultas
Se construían habitaciones camufladas detrás de libreros, paredes falsas o paneles de madera.
Algunas de estas habitaciones se encontraban en dobles muros o en partes altas de las casas, como en entrepisos o áticos poco accesibles.
Los dueños de haciendas o políticos perseguidos se escondían ahí cuando los revolucionarios llegaban a requisar propiedades.
3. Sótanos y aljibes
En algunas mansiones y haciendas, los sótanos se modificaban para servir como escondites.
Los aljibes (depósitos de agua) vacíos o en desuso también se usaban como refugios temporales.
Se acondicionaban con alimentos, agua y objetos de valor en caso de necesitar ocultarse por varios días.
4. Trampillas en el suelo
En muchas casas antiguas, se diseñaban trampillas de madera o piedra camufladas en el suelo, que llevaban a pequeñas cámaras ocultas.
Estas eran usadas para esconder dinero, joyas, documentos importantes e incluso armas.
5. Muebles con compartimentos secretos
Algunos muebles como escritorios, roperos o camas tenían compartimentos ocultos donde se guardaban objetos valiosos o documentos importantes.
También se usaban baúles con dobles fondos para esconder dinero o joyas.
6. Iglesias y conventos como refugio
Muchas familias ricas tenían vínculos con el clero y usaban iglesias o conventos cercanos como escondites en caso de peligro.
Algunas casonas tenían accesos secretos a estos edificios religiosos.
Estos escondites fueron fundamentales para la supervivencia de las familias ricas durante la Revolución Mexicana, ya que muchas fueron atacadas por revolucionarios que expropiaban sus bienes o los acusaban de colaborar con el régimen de Porfirio Díaz.



